Alberto Kornblihtt reflexiona sobre la evolución a partir de la Luna

El biólogo argentino Imparte conferencia magistral, en el marco de la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar

La Luna se aleja de la Tierra entre dos y 3 centímetros cada año. Esto se sabe porque los astronautas del Apolo 11 dejaron unos espejos allá, a donde se dispara una luz que rebota hacia la Tierra.

 

“Ese tiempo crece cada año, lo que demuestra que la Luna se aleja”, contó el biólogo molecular argentino Alberto Kornblihtt, quien este miércoles por la tarde hizo un relato científico, histórico y cultural.

 

Esto, cómo parte de la conferencia magistral “Biología, arte, ciencia y letras: un camino por la evolución guiado por la Luna”, de la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar, en el Paraninfo Enrique Díaz de León.

 

Dicha conferencia se enfocó en el relato de la historia de la Luna y su papel como factor indispensable en la evolución de la vida en la Tierra, a través de un discurso a manera de ensayo lleno de prosa poética.

 

“La Luna pre-existía a la vida en la Tierra. Nueves horas. Nadie sabe que la vida se originó cuando los días duraban 9 horas, nadie sabe cómo se originó la primera célula vida y quizás nadie lo sepa, nadie sabe si se originó en otro planeta y llegaron en un meteorito; todo esto hace 3 mil 800 millones de años”, compartió.

 

Así fue como el biólogo, como si se tratara de un punteo de las horas que duraban los días en la Tierra hace millones de años, fue explicando el estatus de los seres vivos en la arcaica Tierra.

 

Cuando se centró en los días que eran de 13 horas explicó que en el planeta vivían sólo microorganismos que habitaban en los océanos, para luego surgir la fotosíntesis, que logró que existiera oxígeno millones de años después.

 

“La presencia de vida cambiaría. De ser un planeta con tonalidades grises comenzó a ser rojizo, por el proceso de oxidación de metales, eso hace 2 mil 509 millones de años cuando los días duraban 13 horas. La vida cambió la composición de los minerales de la Tierra. Sin la Luna, los días no se hubieran alargado”, añadió.

 

Dijo que a las 16 horas de duración nacieron las células eucariotas, de antiguas bacterias, lo que derivó en la presencia de organismos pluricelulares.

 

“A las 21 horas ocurrió la explosión o radiación cámbrica, donde nacieron los vertebrados, de ahí irradiaron todos los planos corporales conocidos en el presente”.

 

Indicó que al llegar a las 23.5 horas ya se estaban separando los continentes de Laurasia y Gondwana, separándose a la misma velocidad de centímetros por año que el alejamiento de la Luna, y con la presencia ya de biosferas.

 

Se dijo orgulloso de pensarse que es alguien originario de Argentina, territorio que perteneció a Gondwana, porque recuerda que “el Sur existe”.

 

“Gondwana es cuna evolutiva de las familias botánicas de las margaritas, lechugas, caléndula, crisantemos, cardos”, etcétera, pero también de dónde partió la evolución de aves que no pueden volar como el avestruz, ñandú y kiwi, especies que habitan en territorios del sur del planeta, hoy separados por océanos.

 

Al llegar a las 24 horas, ya existía el ser humano, tras la proliferación de mamíferos, luego del impacto del meteorito que cayó en Yucatán y que acabó con la era de los grandes reptiles.

 

También hizo hincapié en que la Luna fue inspiración de artistas relevantes como Lope de Vega, Borges, Saint-Exupéry, Shakespeare, Lorca, Chico Buarque, etcétera.

 

Antes de iniciar la conferencia, el Rector del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), doctor José Francisco Muñoz Valle, reconoció la trayectoria del científico argentino multipremiado.

 

“En la intersección de estas áreas de la ciencia y la cultura hay respuesta y reflexión sobre quiénes somos y cómo nos relacionamos con el universo que nos rodea”, recordó el Rector del CUCS.

 

 

Atentamente
“Piensa y Trabaja”
“2023, Año del fomento a la formación integral con una Red de Centros y Sistemas Multitemáticos”
Guadalajara, Jalisco, 4 de octubre de 2023

 

Texto: Iván Serrano Jauregui
Fotografía: Abraham Aréchiga