Morten Peter Meldal juega lego con moléculas

La visita del premio Nobel de química 2022 permitió entender mejor lo que significan los hallazgos del trabajo que le mereció el galardón

 

La charla de Meldal fue una de esas oportunidades que, si se pierden, pueden convertirse en la anécdota que alguien contará por el resto de su vida con perfecta lucidez: “El día que me perdí la conferencia de un Nobel de química en la ciudad, desayuné un café muy insípido”. Y quien sí estuvo, tal vez no recuerde el resto de las 22 horas que vivió fuera del auditorio Juan Rulfo de la Feria Internacional del Libro, porque "”De la molécula a la medicina” se trató de un paseo que llevó al público realmente a dos viajes junto con el profesor: a Suecia, en octubre de hace dos años cuando recibió el Nobel de manos del rey, y al estudio por el que se lo mereció.

Meldal ya había tenido varias actividades con el público tapatío: una visita al Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías (CUECI); la Conferencia Magistral “De la innovación científica a soluciones industriales: la química moderna y su impacto en el desarrollo de medicinas”, en el Paraninfo de la Universidad de Guadalajara, y una sesión de preguntas con la prensa en las instalaciones de la FIL. "¿Cómo están, Guadalajara?", saludó Meldal después de la introducción que Carlos Jesahel Vega Gómez, director de la División de Desarrollo Tecnológico e Ingenierías del Centro Universitario de Tlajomulco. “La química no está alrededor”, dijo haciendo referencia a unas de las palabras de Vega Gómez. Y completó: “La química lo es todo”. Desde la composición de lo que está dentro de los objetos, hasta las sensaciones que sentimos, como al enamorarnos, y lo que nos dice cómo actuar, cómo convivir con la gente que nos rodea.

“¿Cuántos aquí son químicos, y científicos?”, preguntó. Una veintena de manos aparecieron de inmediato y Meldal se dirigió sólo a esas personas para recordarles que “su camino al éxito nunca será directo y tendrán que fallar mucho, pero necesitan trabajar para alcanzar los resultados, así que salgan de su zona de confort”. Entonces habló un poco del interés que le despertó la posibilidad de explicar el mundo que le maravilló desde que pasaba los días en la granja de su padre. Y aunque en su encuentro con la prensa había dicho que alguna vez quiso ser arquitecto, la química ganó su curiosidad, especialmente el estudio de las péptidas, moléculas parecidas a las proteínas y cuya utilidad se cruza con disciplinas como neurociencia, nanociencia, química computacional, entre otras. Así, desde joven entendió que debía construir una plataforma para que las péptidas pudieran manipularse, por todas las posibilidades que representaba, como crear anticuerpos o reparar moléculas.

El trabajo que le mereció a Carolyn R. Bertozzi, Karl Barry Sharpless y Meldal el Nobel de química se centró en las reacciones de la química clic, que busca imitar lo que ocurre naturalmente y puede ayudar a diseñar moléculas según las necesidades: hacer mejores diagnósticos, curar enfermedades, mejorar tratamientos, por ejemplo. Los experimentos que realizó junto con su equipo se concentraron en el Alzheimer, principalmente, cáncer de pulmón y melanoma y VIH durante 2001, 2004, 2005 y 2008. El resultado hacer “como un lego molecular para crear un robot con tres funciones”, explicó en términos más terrenales, “como construir un auto con volante, acelerador y sin frenos”.

¿Pero y su viaje a Suecia? Compartió fotografías y anécdotas: contó que se trata de toda una semana de cenas, visitas a espacios de interés, eventos donde conoció a la familia real del país y a otros integrantes de la Academia Sueca; firmó una silla —que es tradición de los ganadores—; le entregaron la medalla del Nobel en una ceremonia y luego “se la quitaron” como medida de seguridad, porque aparentemente ha ocurrido que alguien la ha olvidado en el salón después del acto protocolario, en la mesa de la cena que le sigue o hasta en el hotel. Por eso se la regresaron hasta que estaba por salir del hotel, de regreso a su casa; presumió el vestido que diseñó especialmente para su esposa, la también científica Phaedria Marie St. Hilaire (cofundadora de Professional Women of Colour Network y líder en negocios científicos con 25 años de experiencia en las industrias farmacéutica y biotecnológica), llevaba unos anillos que replicaban los de una de las moléculas protagonistas de las investigaciones de Meldal. “Comprarle un vestido así a tu esposa es un peligro”, advirtió mostrando una foto de St. Hilarie luciendo el vestido de color cobre, “porque aquí la vemos con el príncipe de Suecia”, dijo cuando la imagen del atractivo joven, caminando del brazo de su esposa, apareció en la pantalla.

Luego de casi dos horas de una charla que dejó espacio para las dudas de ese grupo de químicos y científicos (muchos de ellos estudiantes), que no desaprovecharon la disposición del Nobel, quien ya garantizó su legado en su campo y ahora quiere que los jóvenes comiencen a construir el suyo.

 

Texto: Prensa FIL

Fotos: CGIPV